martes, marzo 31, 2009

“Radio Ciudad Perdida”
Daniel Alarcón (Perú - USA)

Norma tiene un programa radial llamado Radio Ciudad Perdida, al cual la gente telefonea para pedir o brindar información sobre sus seres queridos, desaparecidos durante la guerra civil entre el ejército y los terroristas. Ella perdió a su esposo, Rey, hace diez años. La inesperada aparición de un niño, Víctor, le dará algunas luces sobre el paradero de su cónyuge. Su tristeza llega al máximo cuando descubre que Víctor es el hijo de su esposo, fruto de su infidelidad con una mujer de la selva, cuando él hacía sus viajes científicos combinado con sus labores de apoyo al grupo terrorista IL. Norma nunca llega a saber toda la verdad, pero acepta la idea de que Reyes está muerto cuando se entera que el ejército lo capturó en el pueblito “1797”.

Nacido en el Perú y criado en los Estados Unidos, Daniel Alarcón ha intentado abordar el problema del terrorismo que sufrimos los peruanos hace unos años. Para ello se inventó un país parecido al nuestro, con enfermedades similares: violencia terrorista, gobierno inepto, ejército cruel, torturas, etc. Si yo no fuera peruano esta obra me hubiera parecido una ficción bien escrita, de argumento rico y convincente, a pesar de algunas intromisiones reflexivas de su autor que evitan por momentos que la historia cobre vida propia. Pero lo soy, y he vivido y sufrido aquel flagelo subversivo, por lo tanto, algunas descripciones de los hechos me parecen inverosímiles y hasta cierto punto cómicas. En cristiano: no me creo el cuento.

Paul Eduardo R.

domingo, marzo 22, 2009

"Lo bello y lo triste"
Yasunari Kawabata (Japón)

Oki es un escritor cincuentón que busca revivir la relación amorosa extramarital que tuvo hace más de dos décadas con la reconocida pintora Otoko, en ese entonces una hermosa adolescente de quince años. No le será posible debido a la presencia de la bella, veinteañera e inescrupulosa Keiko -discípula y amante de Otoko-, quien está dispuesta a vengar el sufrimiento adolescente de su maestra con el arma de la seducción dirigida hacia sus dos víctimas: él y su hijo mayor.

En esta novela póstuma el gran premio Nobel japonés elabora un indestructible suspenso basado más en los sentimientos (expectativas, nostalgia, rencor, amor reprimido, insatisfacciones, celos, etc.) que en las acciones de sus personajes, con un desenlace tan desconcertante y nada especial que a primera vista pareciera no hacerle justicia a lo narrado con anterioridad por culpa de su eximia técnica narrativa que le da el toque extraordinario a cualquier historia común y corriente.

El acucioso e incisivo retrato de los pensamientos y estados de ánimo de los protagonistas, hacen de Kawabata un diestro creador, manipulador perfecto, los mueve a su antojo, ante cualquier acción una reacción y viceversa. Llama poderosamente la atención su obsesión con los paisajes, con los lugares donde se da la historia, los describe con precisión, armonía, resaltando sus atractivos, con la vehemencia de un agente de turismo, pareciera que el escritor pierde tiempo o desperdicia tinta en tantos detalles, pero en realidad, busca la identificación y el compromiso total del lector con su obra, con el espacio, el tiempo y los personajes. Un involucramiento que tenga la misma devoción que el escritor sentía por la literatura.
Henry Flores

domingo, marzo 15, 2009

Franz Ferdinand
Tonight: Franz Ferdinand

Un álbum como este, basado en las fiestas interminables, discotecas, resaca dominguera y demás postres, es tan intrascendente y superficial como cualquier concurso de belleza que corona a la Miss “Sin Cerebro” del año. Pero, si el concepto sirve de pretexto para elaborar canciones atractivas, bailables y en algunos casos sobresalientes en arreglos y ejecución, entonces, nos olvidamos del inglés y nos dedicamos a tararear y bailar.

Luego del presuroso y algo descuidado You Could Have It So Much Better (2005), los Ferdinand se tomaron su debido tiempo para ir más allá del marcado post punk de su exitoso y epónimo debut del 2004. El resultado: canciones con más disco, más dub, más pop, con apoyo de sintetizadores rusos, un bajo protagónico y el buen tino de dejar que las guitarras arremetan en los coros sin vehemencia ni distorsiones y con ánimos fiesteros.
En el primer track y single, “Ullyses”, un autosuficiente Kapranos proclama: “bien, encontré un nuevo camino, vamos no me hagas sonreír, no necesito tu simpatía”, música y letra que anuncia el derrotero del álbum. Los dos temas que siguen, ““Turn It On” y “No You Girls” (la mejor canción), comparten la fórmula del primero: un bajo al inicio que marca el ritmo sin mostrar aún la dirección, no guía, solo irrumpe, morboso, oteando el paisaje que le comienza a dibujar la batería, luego las pinceladas de sintetizador o la guitarra en la estrofa y el desborde de riffs en los coros melosos.
Esta receta se repetirá en cuatro canciones más, destacando el disco rock de “Can’t Stop Feeling”, con el peligro de caer en un formulismo que atenta contra la ambiciosa “Lucid Dreams” -cuya extensión de casi ocho minutos rellenados con teclados la hacen sonar forzada, menos digerible y menos divertida-, la desacelerada “Dream Again” y la acústica “Katherine Kiss Me” que poco aportan, pues cuando hay una buena fiesta, no queremos que acabe. Detestamos la resaca dominguera con sus amanecidas tristes y de migrañas.
Henry Flores

martes, marzo 03, 2009

MICRO RELATO
DECISIÓN Y LOCURA

Se decide a hacerlo. El rojizo brillo de sus ojos revela una firmeza que no había tenido en meses. Abraham deja de apuntarse el interior de la boca, cambia de dirección, ciento ochenta grados, frente a frente el hierro con su víctima. Sabiendo que reacciona tan rápido como él, no lo piensa ni dos segundos, dispara, dispara, dispara y dispara. El olor a pólvora en un espacio tan pequeño le sofoca. Le pica la nariz. Se calma, toma conciencia de lo que ha hecho, se decepciona, se siente idiota, un loco de mierda. Huye apresurado.

En el suelo quedan un par de casquillos muy alejados entre sí, de los otros dos ni rastro. También cientos de pedacitos de vidrio roto, aleatoriamente desparramados, que hace unos segundos formaban el único espejo del cuarto de baño. Casi todo está en orden: los cepillos, el champú, el jabón, las toallas, las lociones. La víctima, con mucho esfuerzo inútil, trata de hacerse escuchar, grita, maldice, a pesar de su resquebrajamiento corporal: ¡No puedo creer que te hayas atrevido a tanto! ¡Maldito bastardo! ¡Criminal! ¿Dónde estás? ¡Déjate ver! ¡No te imaginas lo que te espera! ¡No dejaré de atormentarte hasta que la pólvora se mezcle con tu saliva! ¡De ahora en adelante cada vez que nos encontremos te haré sentir lo desgraciado que eres, lo poco que vales, la nada que tienes, la nimiedad de tus espermas!Abraham ya está muy lejos de ahí, y así estuviera al otro lado de la habitación no podría escuchar con claridad a esa voz que pretende lacerarlo. Esa voz aún viva pero debilitada por las ráfagas desbocadas de un ser en conflicto. La víctima sigue en el suelo húmedo, sin nadie que la recoja. Ni los vecinos, ni los papás de Abraham, ni los niños, ni la chacha. Nadie sube en su auxilio. Porque a una voz desparramada en cientos de pedacitos nadie le presta atención, solo se la amontona, se la recoge y se la echa a la basura.
Henry Flores