lunes, agosto 10, 2009

40 AÑOS DEL ABBEY ROAD
EL FIN DEL SUEÑO DORADO
En septiembre de 1969 The Beatles publicaron Abbey Road, su última grabación como cuarteto, o mejor dicho, como suma sinérgica de cuatro geniales individualidades (a estas alturas, ¿alguien cree seriamente que el lugar de Ringo pudo haber sido ocupado por otro baterista?). Se trata de un testamento inalterable que ni siquiera se vio empañado por el triste final que la banda formalizaría medio año más tarde al son de Let it Be (1970), otra obra valiosa pero forzada a nacer a destiempo y condenada al desamor intrínseco, a todo divorcio.

El link con Sgt. Pepper...(1967) es casi inevitable, la sensación de continuidad entre tracks, especialmente en la segunda mitad, los emparenta más por afinidad que por identidad conceptual. Como The Beatles (1966), Abbey Road se parece más a un anticipo del futuro solista que a una reafirmación del concepto de banda. John depura la estirpe de su obra con “Come Together”, arranque contagioso como pocos. Entre efectos de sintetizador moog y el aquelarre de guitarras que precede su abrupto final, "I Want You (She's So Heavy)" es fruto del último encuentro de los cuatro Beatles en mismo estudio. Fue el 20 de agosto de ese año, justo un mes después de la llegada del hombre a la luna y uno antes de que John anticipara a sus compañeros su salida del grupo. “Something” y “Here Comes The Sun” marcan el inicio de una etapa de enorme lucidez creativa para George, ratificada un año más tarde con su disco solista más celebrado: All Things Must Pass (1970). Como siempre, Ringo parece ser el más distendido y el desparpajo de “Octopus’s Garden” lo confirma.

Musicalmente inspirada en la sonata “Claro de luna” de Beethoven, “Because” es una clase magistral de armonía que divide aguas. A partir de allí, en quince minutos construyen un medley plagado de melodías realzadas por su sencillez y donde Paul despliega su talento en dosis justas e inapelables: “You Never Give Me Your Money" y “Golden Slumbers” son dos muestras cabales.
El título, justo homenaje al estudio que los vio crecer como banda, no pudo haber sido más oportuno, Abbey Road exhibe mejor que ninguno de sus discos la enorme potencialidad que la banda (y George Martin!!) podía desarrollar en el estudio de grabación. La emblemática portada los muestra juntos y sin montajes por primera vez desde Rubber Soul, aunque dándose la espalda y en una suerte de marcha que deja atrás y para siempre una historia única e irrepetible. La última línea de “The End” lo dice todo: “...Y al final, el amor que recibes es igual al amor que das”.
JORGE CAÑADA