miércoles, setiembre 19, 2007


Varios
The Endless Highway: The Music of The Band
(2007)

The Band hizo de la carretera un modo de vida y a lo largo de su extenso itinerario compartió experiencias y escenarios con muchos de los íconos de los sesenta y setenta. Ninguno de ellos pudo sustraerse a la belleza y emoción de una música que reflejaba con sencillez y melancolía el diario vivir de esta banda. Como lo expresara Clapton alguna vez, la música de The Band cambió a muchos. Y también a nosotros.

Endless Highway es un disco de homenaje a The Band, cuyo resultado nos decepciona por su ausencia de creatividad y su plena docilidad a las versiones originales. Entre el I Shall Be Released a cargo de Jack Johnson y el Acadian Driftwood de The Roches pareciera que el tiempo se ha estancado. Lee Ann Womeck con The Weight palidece ante la versión portentosa de The Band y The Staples en The Last Waltz. My Morning Jacket jamás debió atreverse con la bellísima It Makes No Difference (versión de The Last Waltz), de la que quiso copiar hasta la entrada final del saxo sin lograr la genial inflexión que Garth Hudson le imprimió en su emotivo clímax. Josh Turner y Rosseane Cash hacen buen country, pero no arriesgan en absoluto en When I Paint My Masterpiece y Unfaithful Servant, respectivamente.

Widespread Panic logra acertar en Chest Fever. Los vientos y las cuerdas lucen sólidos y convencen, destacando esa guitarra que se sobrepone en la parte final sobre un telón de vientos y sonido de órgano. Bruce Hornsby está en lo suyo en King Harvest y Jakob Dylan, en la melancólica Whispering Pines, muestra su calidad interpretativa, pero sin mayores pretensiones. En cambio, la participación de The Allman Brothers con The Night They Drove Old Dixie Down es raquítica.

El único mérito aquí, es esa convocatoria a las nuevas generaciones, y a los olvidadizos, a volver a las raíces para encontrar la música de este grupo entrañable. Sobriedad en el escenario, emoción en la interpretación, sensibilidad creativa, ejecución genial, fueron las características esenciales de Robertson, Danko, Helm, Hudson y Manuel, buenos muchachos que en su momento fueron conocidos sencillamente como The Band. Maestros.
Rogelio Llanos Q.

martes, setiembre 04, 2007


THE WHITE STRIPES
Icky Thump
WARNER BROS. (2007)

Afortunadamente Jack White no se dejó convencer del todo por las alabanzas exageradas hacia Get Behind Me Satan (2005), cuya sobrecarga de experimentos barrocos con marimba y triángulo dividió a muchos. En Icky Thump (título derivado de una frase inglesa de respuesta ante una sorpresa) retoma el hard rock blusero, inocula algunos experimentos excitantes y nos vuelve a atrapar con sus efectivos riffs. En el primer corte y single “Icky Thump”, Jack alterna muy bien su guitarra corrosiva con un solo de sintetizador, acompañado por las predecibles baquetas de Meg (la nena es media flojita para practicar más). Sin reparos abordan el tema de la inmigración: “Americanos, ¿no tienen nada mejor qué hacer?, ¿porqué no se expulsan ustedes mismos?, ustedes son inmigrantes también”. El blues rock de “Rag and Bone” tiene un inicio alevosamente clonado del “Back Door Man” de The Doors, si bien los diálogos son divertidos, por ratos suenan forzados. La folclórica “Effect and Cause” y el añejo “Catch Hell Blues” mantienen intacto el interés de los Stripes por las viejas raíces de la música norteamericana.

En cuanto a experimentaciones tenemos a la cautivante “Conquest”, un cover de Corky Robbins transformado en hard rock flamenco, y a la portentosa suite formada por las sicodélicas “Prickly Thorn, But Sweetly Worn” y “St. Andrew”, ambas tapizadas con sonidos de gaitas, la primera llena de percusiones indias, y la segunda, magnificada por la hipnótica voz de Meg (su mejor aporte al álbum). Aunque también hay canciones con los mismos acordes y arreglos de siempre, el saldo final es favorable, más por esfuerzo y pasión que creatividad.
HENRY FLORES