miércoles, noviembre 26, 2008

Sergio Galarza – Paseador de perros (2008)
ESCLAVO DE LOS CUATRO PATAS
Galarza se dio a conocer a los veinte años con “Matacabros” (1996), un libro pequeño de relatos urbanos violentos que le trajo buena reputación y lo convirtió en la sensación literaria del momento. Han pasado doce años desde aquel debut, tres libros más de cuentos, un reportaje novelado sobre los Rolling Stones, hasta llegar a “Paseador de Perros”, su primera novela.

“Paseador…” trata sobre un inmigrante peruano que se gana la vida cuidando a un mapache y paseando perros por las calles de Madrid. Él acepta este trabajo porque es el único en el cual no le piden papeles y necesita pagar techo y comida, como bonus, le permite conocer más a fondo a la ciudad que lo ha adoptado. Mientras su vida transcurre entre recoger el excremento de sus amos de cuatro patas y viajar muchas horas en el metro, se va enterando, muy a su pesar, de la vida privada de sus clientes, a veces por curiosidad y en otras porque son personas solas que quieren que las escuchen y les respondan algo más que monótonos ladridos. Así, vemos desfilar personajes como el anciano mutilado que agoniza de diabetes y que con mucho esfuerzo le pide que cuide a sus perros, el viejo gruñón cuyo hijo lo ha abandonado dejándole un mapache que él detesta, o aquella chica desfigurada por el acné que no se atreve a salir a las calles ni para pasear a su mascota. Respecto a su vida privada, el protagonista nos cuenta en primera persona sus problemas con la novia, sus resentimientos y frustraciones por no lograr lo que se propuso cuando salió de Lima, y sobre todo, nos va retratando (el mayor aporte de esta novela) al Madrid sin maquillaje publicitario, atestado de inmigrantes que no aprecian la impronta cultural de la ciudad, de sus veranos fantasmales y con temperaturas insoportables, de sus calles y parques llenos de mierda de animales, con su transporte urbano caótico y mal ventilado, bello y desenfrenado para el turista, peligroso e indiferente para el inmigrante.

A pesar de que sus posteriores trabajos a “Matacabros” no despertaron el mismo entusiasmo, Galarza han sabido mantener el desenfado y la crudeza que lo caracteriza. También, destacamos aquí un avance cualitativo en sus lados reflexivo e irónico, los cuales le dan buena sazón a esta cuasi autobiografía. En cuanto a la obra vista en su conjunto, como un todo, una unidad, la novela está dividida en treinta y siete capítulos cortos, algunos de ellos independientes, con vida propia, como un disco compilatorio de singles, y no un álbum conceptual, o en el mejor de los casos como un álbum de canciones diversas que contiene algunas suites. Uno tiene la sensación de estar ante un libro de relatos breves y ese es su punto débil: a Galarza le cuesta trabajo desprenderse del formato cuento. “Paseador de Perros” es como un diario, y no la novela ambiciosa, compleja y mejor estructurada que seguimos esperando de él.

HENRY FLORES

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