viernes, setiembre 26, 2008

THE RACONTEURS
Consolers of the Lonely


En el rock ya no hay nada nuevo. De todas maneras, es grato escuchar a bandas que evolucionan, que se muestran más seguras y cohesionadas en cada aventura que se embarcan. En el caso de The Raconteurs, hay motivos de sobra para festejar. Su debut Broken Boy Soldiers (2006), con excepción de un par de temas, adolecía de una falta de nervios y pasión. Aquí, saldan con creces todo lo pendiente, todo lo que se esperaba de ellos. Los nervios, en los riffs acelerados, cortantes y caóticos de canciones urgentes como el single “Salute Your Solution”, “Five On The Five” o la desbocada “Hold Up”, que tienen la marca registrada del Icky Thump (última aventura del guitarrista Jack White al frente de The White Stripes). La pasión, en los parajes bluseros, añejos, a veces barrocos, de temas como “Carolina Drama” y “Top Yourself”. Ya no tienen que convencer a nadie, misión cumplida.

Pero ahí no queda la cosa, y ese el gran mérito de este álbum: ir más allá de toda expectativa. Lo mejor, lo que sorprende, es lo que no tiene mucho que ver con el conocido sonido Stripe, y en esto, juega un papel clave el guitarrista y cantante Brendan Benson, el otro líder. Sus canciones son, al menos en las que más canta, sabrosas mezclas azeotrópicas con ingredientes de The Band, The Byrds, Led Zeppeling y The Beatles. “You Don’t Understand Me” y su piano protagonista, a medio tempo, se ve enormemente favorecida con sus voces sacadas del Abbey Road. En “Old Enough”, la guitarra acústica sirve de preludio a un violín maestro que transforma la canción en un aperitivo country rock con teclados funky. La sección rítmica conformada por el baterista Keeler y el bajista Lawrence, tiene su canto de cisne en la cadenciosa “The Switch and The Spur”, el riff principal lo aporta el bajo. Y para redondear el asunto, la reflexiva “Many Shades of Black” tiene el mejor solo de guitarra: apasionado y suplicante como un novio rechazado. Lección aprendida: cuando las cosas se hacen con discreción y sin muchas especulaciones, los buenos resultados caen por su propio peso.
HENRY FLORES

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