miércoles, junio 24, 2009

GHENDT: DE VOYEURISMOS Y MIRADAS OBSCENAS

Escribe: Rogelio Llanos Q.


- I -


Caminando por Corrientes encontré en una librería un libro cuyo título llamó poderosamente mi atención: El Orgasmo y Occidente (1), cuyo autor Robert Muchembled es un doctor en Historia y especialista en Historia Moderna. No voy a comentar el libro o resumirlo como en el pasado hice con La Vida Sexual en la Antigua China (2). Baste por ahora decir que el libro es un amplio y detallado recorrido de quinientos años de historia del placer carnal y a lo largo del cual encontramos de manera alternada períodos de intensa represión con aquellos otros de gran relajamiento de las costumbres sexuales.

Lo que motiva mi deseo de escribir este pequeño texto es el descubrimiento de un nombre y unos cuadros. Se trata de Emanuel Jean Nepomucène de Ghendt (1738-1815), que en pleno siglo XVIII, escandalizó a la sociedad de entonces con sus cuadros cuyos títulos aludían al paso de las horas. Precisamente, el título de la serie se denominó Les Heures du Jour, y cada uno de los cuadros, Le Matin (la Mañana), Le Midi (el Medidodía), Le Soir (La Tarde) y La Nuit (la Noche).
En pleno siglo XVIII, algunos nombres como los de François Boucher (1703-1770), Jean-Antoine Watteau (1684-1721) y Honoré Fragonard (1732-1806), dominaban el escenario europeo en el ámbito de la pintura. Eran los tiempos en los que había una gran atracción por los paisajes bucólicos y por el predominio de “lo lúdico sobre lo serio, lo femenino sobre lo masculino, lo decorativo sobre lo sustancial y lo privado sobre lo público”, según un texto de David T. Gies (Universidad de Virginia) (3). El del siglo XVIII era pues un “mundo de elegancia, intimidad, gracia, juego, sentimiento, encanto” (4). Es decir, un mundo dotado de todos aquellos deliciosos componentes del erotismo, que en palabras de Gies, finalmente llegó a estallar hacia finales del siglo.

Si el siglo XVII había sido el del descubrimiento del cuerpo humano, el siglo XVIII fue el de la auscultación de sus posibilidades sensoriales. “Después de Harvey, Locke, Bacon, Newton y demás, el hombre se contempla dentro de una naturaleza observable” (5). Esta fiesta del descubrimiento, de la revelación, fue un poderoso motor para que muchos artistas volvieran la mirada al cuerpo humano y lo plasmaran en sus escritos, en sus pinturas, en suma, en su arte. Pero esa vocación por la recreación de las formas humanas también llevó a la plasmación en letras e imágenes de aquellas actividades, gestos y acciones íntimas que, por un lado, revelaban ese lado oculto y misterioso que poseen los seres humanos, y por otro, ponían al descubierto la hipocresía y moralismos de ciertas clases sociales o grupos humanos dominantes que, no vacilaron, en su momento con reprimir aquellas manifestaciones que se desviaban de lo entendido o establecido como normalidad. El libro El Orgasmo y Occidente refiere con gran minuciosidad los flujos y reflujos de esas ondas represoras o liberales.

- II -

Los cuadros de Ghendt fueron en su momento motivo de escándalo y, claro está, formaron parte de lo que en esa época empezó a conocerse como pornografía. Hoy en día tales imágenes forman parte, más bien, de galerías y exposiciones. Pero, claro, bajo la mentalidad existente en el XVIII, un cuadro como Le Matin, que muestra a un hombre escondido mirando impunemente y presa del deseo, el reposo de una joven que exhibe no sólo las piernas (que ya hubiera sido bastante para la época) sino sobre todo los muslos en una posición provocadora, la única respuesta pública posible era el rechazo, aún cuando en el ámbito privado el goce y el placer individual fuera una constante.

Mirando con atención el cuadro, la luz incide de manera osada sobre las piernas de la joven que yace entregada de manera confiada al sueño. Las ropas replegadas sobre su cuerpo sugieren los goces experimentados durante la noche, tal como lo permite prever esas sombras que bañan el cuerpo femenino de la cintura hacia arriba. El voyeur, con el rostro adelantado, sugiere un comportamiento salaz, en claro contraste con la actitud de sorpresa de parte del pequeño personaje que está a su lado.
A diferencia de Le Matin, Le Midi es más sutil. El motivo voyeurista continúa presente, pero ahora está fuera de cuadro. El espectador es ahora el voyeurista. Y Ghendt incide en ello acentuando la luz sobre el cuerpo femenino. Sobre todo el cuerpo femenino. El cuadro es excepcional. Tiene la apariencia de una instantánea fotográfica, en la que el voyeur (el autor del cuadro o el espectador) han sorprendido a la joven, justamente en el momento en que alcanza el clímax. Precisa la expresión de la joven, totalmente poseída por el placer, la pierna izquierda levantada, estirada, con el zapato escapando de su pie. La mano izquierda, bajo la ropa, posada sobre su pubis, Ahhh y el delicioso detalle de la mano izquierda en posición de abandono en dirección del libro motivador, del libro pecaminoso. ¿Se imaginan lo que tal imagen provocó en su época? Sí, en aquella época en donde el placer autoerótico femenino era impensable o prohibido y donde la transgresión de las buenas costumbres tenía el sabor de lo subversivo, de lo diabólico.

Le Soir es una continuación de este motivo voyeurista. No sólo el pintor o el espectador gozan con la visión de lo prohibido. También gozan los personajes involucrados en el cuadro. El espejo les permite reflejar sus propias formas. Y su mirada es la de sorpresa y fascinación. El seno desnudo y todo el perfil izquierdo de la joven tienen una gran carga sensual que es intensificada tanto por la luz como por la mirada de la tercera joven vestida cuyo placer es mirar cómo las dos mujeres desnudas van descubriendo en el espejo los tesoros que sus cuerpos encierran.

Resulta interesante observar también cómo las ropas, las cortinas, las sábanas, los cobertores aparecen desarreglados, movidos, desordenados, con lo cual se crea una sensación de inseguridad, de precariedad y de misterio, cuando no de amenaza. Como si se intentara reflejar con ello, las grandes pasiones que corren en el interior de los seres humanos que habitan el cuadro. En medio de ese universo en turbulencia, la imagen de una joven o de unas jóvenes, a medio vestir o desnudas nos transmiten una singular sensación en la que se entremezclan la serenidad y la sensualidad, la paz y el deseo.

Incluso, La Nuit, siendo como es, un cuadro en el que la oscuridad, las nubes en movimiento, los árboles inclinados, la luna semioculta, connotan agitación y pasiones violentas, el efecto final es más bien de una serenidad que nos conmueve y que nos lleva a la contemplación discreta de esa pareja de amantes que se han dado cita en mitad de la noche, y cuya actitud –entrega total la de ella, deseo de posesión de parte de él- apreciamos con mirada cómplice y gozosa.

El erotismo siempre fue subversivo. ¿Qué motivó a Ghendt a enfrentar a los moralistas, cucufatos e hipócritas de su época? En verdad que no lo sé. No he investigado al respecto. Sin embargo, una serie de cuadros como la de Ghendt es una buena muestra de lo que probablemente esta actividad subterránea dio pábulo en la época: escándalo, represión y persecución. Lo que no nos cabe duda es que una obra como ésta, sin ambiciones, claramente rústica e intencionalmente erótica (pornográfica la habríamos llamado en nuestro siglo), contribuyó de manera decisiva a abrir puertas, mentes y consciencias. Lo que no es poco, realmente.
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Notas
(1) Muchembled, Robert – El Orgasmo en Occidente. 1ra ed. Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2008. 432 p. Trad. por J. Almela [original Inglés]
(2) Van Gulik, R. H. – La Vida Sexual en la Antigua China. Madrid, Ediciones Siruela, 2000. 608 p. Trad, por R. Blanco [original Inglés]
(3) Gies, David - Más Sobre el Erotisno Rococó en la Poesía Española. Universidad de Virginia. Texto extraído de Internet.
(4) Ibídem
(5) Ibídem

1 comentario:

Anónimo dijo...

Estoy leyendo el libro "El Orgasmo y Occidente" el cual me parece excelente ya que realiza un minucioso recorrido de la historia del placer. Buscando los cuadros de Ghendt llegué a tu blog, te felicito por los comentarios que realizas los cuales son muy interesantes. Y también me ayudan a entender un poco más el arte de esa época. Saludos